La movilidad eléctrica urbana es una de las principales soluciones que se plantean para mejorar la calidad del aire en las ciudades. No en vano, la contaminación atmosférica derivada del tráfico rodado es uno de los principales retos a los que se enfrentan las grandes urbes. Resulta necesario, por tanto, apostar por alternativas de transporte sostenibles que contribuyan a incrementar la calidad de vida en la ciudad.
¿En qué consiste la movilidad eléctrica urbana?
Aunque la propia expresión deja clara su orientación, la movilidad eléctrica se puede definir como el uso de vehículos eléctricos para desplazarse.
Estos transportes pueden consistir en bicicletas eléctricas, patinetes, scooters eléctricos, autobuses y coches eléctricos, etcétera, medios que tienen en común:
- Que son total o parcialmente accionados por motores eléctricos.
- Tienen un medio de almacenamiento de energía a bordo.
- Obtienen su energía principalmente de la red eléctrica.
Una de sus principales ventajas en relación con la calidad del aire es que reducen las emisiones atmosféricas.
Electromovilidad: diferentes alternativas de transporte para distintas necesidades
El auge de la movilidad eléctrica está impulsando el I+D+i en áreas tales como la fabricación de baterías con mayor autonomía, haciendo que la adquisición de vehículos eléctricos privados de todo tipo cada vez sea más atractiva.
Pero también está posibilitando el desarrollo de innovadores modelos de negocio y de diversas estrategias y políticas basadas, por ejemplo, en la intermodalidad, para dar respuesta a las necesidades de transporte.
En los siguientes epígrafes se destacan algunas de las principales tendencias que están creciendo al abrigo de la electromovilidad (1).
Transporte público eléctrico
Cada vez más ciudades apuestan por renovar sus flotas de autobuses urbanos y adquirir de forma paulatina vehículos eléctricos equipados con múltiples opciones que proporcionan una cómoda alternativa al vehículo privado tradicional.
Estos medios de transporte pueden ser, además, plataformas idóneas para la instalación de dispositivos de monitorización de la calidad del aire embarcada como los que ofrece ENVIRA. Esta solución permite medir las condiciones ambientales que presentan las zonas atravesadas por las distintas líneas de autobús.
Préstamo o uso temporal de vehículos (car-sharing o bike-sharing)
Dentro de este grupo se pueden incluir diversos medios de transporte individual (bicicletas, patinetes, monociclos, etc.) o compartidos (pequeños utilitarios eléctricos que pueden ser usados de forma individual, pero que suelen tener cabida para más personas).
Aunque son medios de transporte sostenibles que contribuyen a mejorar la calidad del aire, su uso genera recelo entre los peatones, en especial, en el caso de los patinetes eléctricos, y en ocasiones ha sido motivo de conflicto en las ciudades donde su circulación no está claramente regulada.
Transporte de mercancías última milla o último kilómetro
Los servicios de mensajería y las empresas de transporte de mercancías también están encontrando en la movilidad eléctrica un poderoso aliado.
Es previsible que esta tendencia vinculada a la logística y la distribución adquiera una especial importancia. En particular, a medida que las zonas de bajas emisiones que irán imponiendo las ciudades limiten la libre circulación de vehículos de combustión en los centros urbanos. Para estos negocios, la electromovilidad, por tanto, va a suponer una forma de diferenciarse y mantener el servicio, observando la normativa y contribuyendo a mejorar la calidad del aire.
Movilidad eléctrica y calidad del aire
Tal y como se comentaba en la introducción, frenar las emisiones contaminantes que genera el tráfico se ha convertido en el principal objetivo de los poderes públicos. La razón es que el transporte rodado es una de las principales fuentes de óxidos de nitrógeno (alrededor del 40 % de las emisiones de la UE) y partículas en suspensión PM10 y PM2.5. Y en este punto conviene recordar que la mala calidad del aire es uno de los factores que está detrás de la muerte prematura de más de 400 000 ciudadanos de la Unión Europea (2).
La contaminación del aire incide de igual forma sobre el cambio climático. Por esta razón, la UE se ha comprometido a alcanzar una serie de objetivos clave que, en relación con la contaminación atmosférica, van a suponer (3):
- Para el año 2020, reducción del 20 % en las emisiones de gases de efecto invernadero en comparación con 1990.
- Para el año 2030, reducción de al menos un 40 % en las emisiones de gases de efecto invernadero en comparación con 1990.
- Para el año 2050, reducción en un 80-95% en emisiones GEIs en comparación con los niveles de 1990.
La electromovilidad se perfila, por tanto, como una de las principales soluciones para reducir la contaminación.
Los vehículos eléctricos no generan emisiones gaseosas durante su funcionamiento y, aunque las fuentes de recarga sean convencionales, es decir, la energía se produzca mediante combustibles fósiles, el cómputo total siempre será menor que en relación con los vehículos tradicionales.
La mejora en la calidad del aire se puede comprobar además de manera sencilla a través de dispositivos de internet de las cosas y estaciones de calidad del aire equipadas con sistemas de referencia, equipamientos ambos en los que ENVIRA es referente.
Otros beneficios y retos de la electromovilidad
Además de minimizar las emisiones, que es uno de los beneficios más relevantes, la electromovilidad también contribuye a:
- Reducir los niveles de contaminación acústica.
- Disminuir el consumo de combustibles fósiles.
- Permitir el diseño de nuevos vehículos, toda vez que se elimina la necesidad de incorporar un motor de combustión y una transmisión mecánica.
No obstante, también se enfrenta a una serie de retos que, de forma previsible, se irán resolviendo con el tiempo. Algunos de los principales desafíos a día de hoy son:
- Escasa infraestructura de recarga, con notables diferencias entre países.
- Falta de estándares en los cargadores de los vehículos eléctricos.
- Autonomía y tamaño de las baterías, que, aunque ha mejorado en los últimos años, impide todavía la implantación de soluciones de movilidad eléctrica en el transporte pesado o de larga distancia.
- Coste, más elevado aún que el de los vehículos tradicionales. Los costes derivados de su uso son, no obstante, inferiores a los que generan los motores de combustión interna.
- Incremento de la presión sobre la red eléctrica, un inconveniente que podría paliarse mediante la recarga inteligente. Este mecanismo tiene en cuenta los períodos más propicios para la infraestructura eléctrica y menos costosos para el usuario o usuaria.
La movilidad eléctrica supone, en definitiva, un claro beneficio sobre la calidad del aire, contribuyendo a su mejora e incrementando, por extensión, el bienestar en las zonas urbanas. Y aunque aún tiene que resolver diversos aspectos relacionados con su uso, no cabe duda de que la electromovilidad es parte fundamental del futuro. Tal y como afirmó Herbert Diess, CEO de Volkswagen, en mayo de 2019, «no hay alternativa a los motores eléctricos de batería en un futuro previsible».
Referencias:
– (1) UNECE Handbook on sustainable transport and urban planning. Draft V2 (12/04/2019) United Nations Economic Commission for Europe (UNECE) https://thepep.unece.org/sites/default/files/2019-04/UNECE%20Handbook%20on%20Sustainable%20Transport%20and%20Urban%20Planning%20draft%20April%202019%20reduced.pdf
– (2) Niestadt, M., & Bjørnåvold, A. (2019). Electric road vehicles in the European Union: trends, impacts and policies. European Parliamentary Research Service. http://www.europarl.europa.eu/RegData/etudes/BRIE/2019/637895/EPRS_BRI(2019)637895_EN.pdf
– (3) Acción por el Clima (s.f.) Comisión Europea. https://ec.europa.eu/clima/citizens/eu_es