Son invisibles y están en todas partes. En nuestro día a día, estamos literalmente inmersos en entornos donde los compuestos orgánicos volátiles COV (según sus siglas) deambulan libremente. Estos compuestos representan un riesgo real para nuestra salud y el medio ambiente.
¿Qué son los COVs?
Los compuestos orgánicos volátiles COV son compuestos químicos que contienen carbono y su principal característica es que evaporan fácilmente a temperatura ambiente.
Son emitidos por una variedad de fuentes, incluyendo productos químicos industriales, solventes, combustibles, pinturas, productos de limpieza, productos de cuidado personal y procesos de combustión.
Los COV pueden contribuir a la contaminación del aire en interiores y exteriores, y algunos de ellos están asociados con efectos negativos para la salud humana y el medio ambiente. Sus efectos sobre la salud pueden variar mucho, dependiendo de la naturaleza del compuesto y del grado y período de exposición al mismo.
Compuestos orgánicos volátiles COV: clasificación y ejemplos
Los compuestos orgánicos volátiles (COV) se pueden clasificar en varias categorías según su estructura química. Algunos ejemplos de cada categoría son:
- Hidrocarburos: compuestos formados únicamente por átomos de carbono e hidrógeno como el metano, etano, propano, benceno, hexano.
- Alcoholes, como el metanol, etanol, isopropanol.
- Aldehídos, como el formaldehído, acetaldehído, benzaldehído.
- Cetonas, como la acetona, metil-etil-cetona, ciclohexanona.
- Éteres, como por ejemplo el éter etílico, éter metil-terc-butílico.
- Ésteres, como el acetato de etilo, butirato de metilo.
- Aromáticos compuestos que contienen anillos aromáticos. Ejemplos: tolueno, xileno, naftaleno.
Además, los COVs también pueden clasificarse por su peligrosidad:
- Compuestos extremadamente peligrosos para la salud, como serían el benceno, cloruro de vinilo y 1,2 dicloroetano.
- Compuestos de Clase A, que son aquellos que pueden causar daños significativos al medio ambiente, como por ejemplo: acetaldehído, anilina, tricloroetileno, etc.
- Compuestos de Clase B. Son aquellos que tienen menor impacto en el medio ambiente, como serían la acetona y el etanol.
Efectos perjudiciales
Como mencionado anteriormente, los compuestos orgánicos volátiles tienen efectos negativos sobre el medioambiente y la salud humana y por ello es importante controlar sus emisiones.
Efectos en el medio ambiente
Los compuestos orgánicos volátiles, combinados con los óxidos de nitrógeno NOx, cuyas emisiones son producidas principalmente por el tráfico rodado, pueden contribuir a la formación de smog, un tipo de contaminación que afecta negativamente la calidad del aire y puede tener efectos perjudiciales en la salud humana y en los ecosistemas.
En cuanto a la contaminación del agua y del suelo, los COV pueden terminar en las aguas subterráneas llegando incluso a contaminar el agua potable.
Además cuando se liberan al suelo, pueden persistir y afectar a la calidad del mismo y a la vida vegetal.
Efectos en la salud humana
- Irritación respiratoria: Muchos COV pueden causar irritación en los ojos, la nariz, la garganta y los pulmones, lo que puede llevar a síntomas como ardor, picazón, congestión nasal, tos y dificultad para respirar.
- Problemas respiratorios: La exposición a COV puede empeorar los síntomas en personas con enfermedades respiratorias preexistentes, como el asma, y puede desencadenar ataques de asma o dificultar la respiración en general.
- Efectos neurológicos: Algunos como el benceno, el tolueno y los disolventes orgánicos, pueden tener efectos tóxicos en el sistema nervioso central, causando síntomas como mareos, dolores de cabeza, confusión, pérdida de memoria y en casos graves, daño neurológico.
- Problemas hepáticos y renales: Exposiciones prolongadas o repetidas a ciertos COV, como el tetracloruro de carbono, pueden causar daño al hígado y a los riñones, afectando su función normal.
- Efectos carcinogénicos: Algunos COV, como el benceno, el formaldehído y los compuestos de cloruro de vinilo, se han asociado con un mayor riesgo de desarrollar cáncer en estudios epidemiológicos y en experimentos con animales.
La emisión de COV de todos estos materiales decae con el tiempo, pero lo hace de forma muy desigual: mientras que los materiales húmedos que se secan a las pocas horas de su aplicación suelen emitir intensamente en su fase húmeda para cesar o reducir mucho su emisión una vez secos, los materiales sólidos tienen su pico máximo de emisión cuando se retiran del embalaje, para descomponerse gradualmente con el tiempo.
Es importante mencionar que estos compuestos son liposolubles, lo que implica que se bioacumulan en la grasa de los organismos vivos. A largo plazo pueden causar daños renales, al hígado o al sistema nervioso central y algunos tienen efecto cancerígeno como el benceno.
Fuentes de emisión de compuestos orgánicos volátiles
En nuestro entorno encontramos numerosas fuentes emisoras de compuestos orgánicos volátiles COV que son de lo más comunes y más variopintas. Suelen estar presentes en productos de limpieza, materiales de construcción, muebles, productos de cuidado personal etc.
Entre los materiales de construcción, mobiliario y decoración, como emisores de COV, podemos mencionar: placas de yeso, paneles de techo, elementos de madera prensada, juntas de goma o masilla, impermeabilizaciones, paneles de melanina, pinturas, muchos adhesivos, papeles pintados, colas de papel pintado, alfombras, suelos de madera, tapizados y cortinas… mientras que los
productos de limpieza y cosméticos incluyen jabones, geles, lacas, perfumes y detergentes, limpiacristales, quitamanchas, solventes grasos, abrillantadores, pesticidas, aerosoles, etc.
Sin embargo, pueden mantener un nivel de emisión significativo durante meses e incluso años después de su instalación. La intensidad de la emisión después de meses o años de instalación varía mucho de un material a otro.
La importancia de medir los compuestos orgánicos volátiles
Ser capaz de monitorizar las diferentes concentraciones que pueden acumularse en un espacio interior es fundamental para valorar la calidad del aire interior, puesto que como hemos visto, existen multitud de fuentes emisoras de lo más cotidianas que favorecen el aumento de las concentraciones de COVs.
Para ello es importante contar con un dispositivo de calidad del aire interior que disponga de un sensor de compuestos orgánicos volátiles que pueda alertar de cuándo los niveles de COV son demasiado altos y por tanto, perjudiciales para la salud.
Un método sencillo y eficaz de detección que permite tomar decisiones acerca de la ventilación de los espacios interiores y eliminar así las emisiones que se puedan producir.